domingo, 20 de julio de 2008

La nueva vida

... a mi amigo Mustapha (Mus).

El espacio era mínimo. Sus rodillas llegaban a la barbilla y su cuerpo tiritaba. Estaba mojado, pero venía cargado de esperanzas.
Nadie hablaba. Los cuerpos juntos, hacinados, se buscaban para conseguir calor.
A pesar de no divisar aún rastro de tierra y ver las olas por encima de sus cabezas, ya no podía quedar mucho. Él creía que lo peor había pasado. Los dos meses en el desierto, fueron difíciles. Pero ya, en apenas unas horas, estaría donde siempre deseó.
Decidió cerrar los ojos y dejar volar su imaginación; pensar como sería su vida a partir de ahora. Mientras,... la noche era cerrada, oscura, sin estrellas... Solo se oía el ruido que las olas provocaban al chocar contra la madera. Mus creyó desfallecer. Pero sonreía. Sabía que ya estaba cerca...

Las voces de los que iban con él, le hicieron abrir los ojos. Despertaba de su fantasía. El motor caía al mar. Todos estaban nerviosos.
Pequeñas luces se veían muy a lo lejos. Sólo quedaba remar con sus propios brazos. Brazos débiles. Cuerpos desfallecidos. A Mus le corría una lágrima por la mejilla. Creía que no lo conseguiría... tan cerca del final.
Llevaba dos meses sin apenas hablar. Todos eran extraños a su alrededor. Todos con un objetivo común. Todos con una vida distinta. Su vida.

El día comenzaba a despuntar. La claridad empezaba a envolverlo todo, tímidamente. La patera apenas avanzaba. Los brazos, los pocos brazos sin fuerza que aún resistían, se movían lentamente. Pero la costa estaba cerca. Ya se veían las primeras casas blancas. La playa, estaba ante sus ojos...
Ya amanece. La nave queda enclavada en la arena de la playa. Todos se miran, y como si de una señal se tratara, saltan a tierra firme. Hay algún grito de dolor. Las piernas están entumecidas después de tantas horas de travesía. Mus corre. Es lo que le dijeron que tendría que hacer una vez en tierra. Ha de alcanzar la montaña. Refugiarse a la sombra de la montaña.
Es preciosa la mañana en mi nueva vida -piensa. Mira hacia atrás. Ve a un compañero exhausto, que no ha podido salir aún de la barca. Pero él no puede parar. Al igual que los demás, corre. Corre. No hay nadie en la playa. Apenas se oye el ruido de las palmeras mecidas por el viento....

Han pasado cuatro años. Mus no ha dejado de sonreír en todo el tiempo. Tiene amigos, muchos amigos. Todos le quieren. Cuatro años. Atrás dejó su familia. Lejos quedó su país. Ahora gana dinero. Vive en una casa alquilada con muchos más. Habla cinco idiomas; pero a pesar de ello, no tiene papeles. Mi amigo Mus, es ilegal. Es mi amigo... pero ilegal...

Mario M. Relaño
2006

4 comentarios:

Markesa Merteuil dijo...

El afecto no entiende de papeles, por mucho que algunos se empeñen en hacérnoslo entender.

Thiago dijo...

Que enorme suerte la de Musa, no por llegar al otro lado, que al fin y al cabo no es más que otro infierno de inmoralidada, sino por tenerte a ti como amigo.

Que drama el de esta gente, verdad? vienen a Europa soñando con algo que es imposible, pues no es mejor vida la del que tiene mas bienes materiales... Lo malo es que en su caso se trata de simple supervivencia, pero al menos tienen un sueño.. ¿Hacía donde podemos embarcarnos nosotros?

Una vez leí la crónica de un balsero cubano, parece mentira pero en todas partes hay gente que tiene que arriesgar la vida para poder vivirla...

Mario, enhorabuena por tu post, tu labor, y tu "Blog del día" por Stultifer, claro, jajaj con el que coincido tanto.

Bezos.

Tomás Ortiz dijo...

Un post muy emotivo, me ha llegado dentro.
Esta realidad es tan punzante que me pone la carne de gallina. Lástima que lo habitual de la imagen haya hecho que parezca algo de lo más normal, cuando no lo es. Nunca lo será.
Saluditos apretados

Stultifer dijo...

En 3,21 minutos se acaba Nana. Un proyecto de cortometraje que tuve ocasión de leer cuando sólo era una carpeta con dos folios y por el que aposté en su momento. Dos años después consiguió el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción.