Imagen: Larry Rivers África1961-62
-Que le muerdan un poco la barbilla
es su mayor placer- contaba entonces.
-Lo descubrió conmigo en su pequeña choza
del bosque de los pinos
y cada vez que voy me pide eso.
Era una noche fresca de verano
junto a un vaso de vodka con pomelo
en el norte de África.
La terraza cuajada de macetas
de quien quiso poner distancia y verbo
al mundo en que vivía.
-Aquí todo es distinto y sin embargo
no añoro ese otro rumbo.
Es igual que nacer en otra vida,
es igual que saltar hacia otro libro,
pero sé que ya sólo pertenezco
a esta especie de puente con afanes.
De los mundos que unía ese puente
no renunció a ninguno. No podría.
Él fue su propio mundo iluminado,
su crisol turbulento
de vigor y de calma, de atención y desvío.
-Verás que cuando llegue, su sonrisa
te tocará en el pecho como la luz de un dardo.
Luis Muñoz
Poema extraído del libro La ciudad en las artes y la literatura, de LITORAL, por gentileza de Stultifer
2 comentarios:
Vaya, has elegido un poema de Luis Muñoz, un ganadino amable, simpático, genial, guapete y amigo, que realmente emociona con su lectura. Desde Manzanas amarillas, de 1995, Premio de Poesía Ciudad de Córdoba, le sigo los pasos.
IMAGINERÍA
Charlando en un café,
ajenos al murmullo de otras mesas,
al trajín de las tazas, a la entrada de tipos
que dejan los abrigos junto a ellos.
Con los ojos clavados uno en otro,
una chipa airosa en la sonrisa,
un resplandor muy dulce,
en las nubes de una combustión:
ningún amor se entiende desde fuera,
ninguno
Me da miedo imaginar el futuro que le espera a África Mario.
No conocía el poema, ni tampoco al autor.
Un beso muy fuerte.
Publicar un comentario