domingo, 12 de julio de 2015

La desdicha del país más joven del mundo


Hace cuatro años que Sudán del Sur es una nación independiente. Llevan 24 meses inmersos en una guerra civil intermitente que ha causado ya 50.000 muertos y dos millones de desplazados y refugiados que viven de la ayuda exterior. Es una nación al borde de la hambruna y sin esperanza de paz mientras no haya una reconciliación entre dinkas y   nuers.




Sudán del Sur sufre una de las mayores crisis humanitarias mundiales desde 1988. Tienen los peores indicadores del mundo de malnutrición infantil y están a la cola de los índices de desarrollo económico.

Sudán del Sur es uno de los países del mundo con mayor discriminación hacia la mujer. La violencia sexual está a la orden del día, las niñas corren el peligro de ser raptadas o reclutadas como soldados en las guerrillas.

Hace cuatro años, concretamente el 9 de julio de 2011, los habitantes de Sudán del Sur, cristianos en su mayoría, celebraban su independencia de sus vecinos del Norte, mayoritariamente musulmanes. Todo esto ocurría después de décadas de guerras para conseguir la creación de un Estado propio.

De los 10 millones de habitantes que tiene Sudán del Sur, cuatro millones son dinkas, dos son nuers y los cuatro millones restantes pertenecen a 52 tribus diferentes.

En julio de 2013 , el presidente del país, Salva Kiir Mavardit, de la etnia dinka, expulsó del gobierno al vicepresidente Riek Machar, de la etnia nuer y a todos los de la misma etnia.
Esto provocó el inicio de la guerra civil.




                                     Salva Kiir Mavardit


                                         Riek Machar


El proceso de paz es una negociación auspiciada por Naciones Unidas y por la Unión Africana que no sólo no avanza, sino que se rompe continuamente.




La noche de África es impresionante hasta en los mayores escenarios de pobreza y sufrimiento. Las estrellas salen para todos, y cuando se apagan los generadores y no quedan más que las luces de las hogueras, aparecen por miles y dan un poco de paz a las decenas de miles de personas sin esperanza.



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Fuente: El País

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