miércoles, 5 de noviembre de 2008

Ezra, el niño soldado


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El cineasta nigeriano Newton I. Aduaka (1966) ha dirigido su mirada de su último trabajo cinematográfico titulado ''Ezra'', en una denuncia a la utilización de menores como armas, mostrando la cruel realidad de los niños y niñas soldado. Basada en la historia reciente de Sierra Leona, marcada por la guerra civil iniciada en 1991 y de una década de duración.


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''¿Por qué amo a mi país?'' dicta una maestra a sus alumnos como título de la redacción durante una clase en una pequeña escuela rural. Mientras, en el exterior, los soldados del ejército rebelde toman posiciones alrededor del edificio. Todo pasa demasiado rápido, la brutalidad y la violencia irrumpen y, sin tiempo para la reflexión, estas primeras secuencias proyectan directamente al espectador hacia una tensión que no le abandonará durante los 102 minutos de cinta.
Uno de los objetivos de la incursión en esta escuela es el reclutamiento de un buen número de niños y niñas, uno de ellos es Ezra entorno a quién se desarrolla toda la trama. Ezra, separado de su familia, es obligado a empezar su educación como soldado siendo adiestrado para cometer los crímenes más feroces, a menudo bajo los efectos de las drogas. Unos años mas tarde, Ezra se enfrenta a su sociedad desde el tribunal de reconciliación nacional en el que deberá dar cuenta de los crímenes realizados durante su etapa como niño-soldado. En el juicio es acusado de asesinar brutalmente a sus propios padres durante el asalto de su comando en una aldea. Sin embargo, él no recuerda nada de este sangriento episodio, se debate entre la necesidad de recordar y la amnesia. El juicio es el punto de partida para reconstruir esta memoria perdida, los vacíos que la guerra dejó en la mente del joven y que ahora le atormentan.


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Aduaka se aleja de una historia lineal centrando la atención en las emociones. Dirige una mirada hacia la situación en su estado mas duro, en las heridas psicológicas que provoca al individuo. En ''Ezra'' no hay ninguna historia apasionante, no hay héroes, ni aventuras, ni derramamientos de sangre.
Inspirada en una de las historias contadas por los numerosos niño-soldados que el cineasta entrevistó para realizar el proyecto, la película se desvela como testimonio y también como invitación a una verdadera cultura de paz.


3 comentarios:

Merce dijo...

A veces olvidar es necesario para poder sobrevivr.
La realidad supera la ficción.
Besos

TORO SALVAJE dijo...

Procuraré verla. Creo que me gustará.

Saludos.

el piano huérfano dijo...

a veces hay que recordar y no olvidar para poder amar libre