domingo, 19 de abril de 2015

La guerra más mortífera: La inmigración


De confirmarse la muerte de más de 700 personas esta madrugada en el canal de Sicilia, ya serían más de 1.000 los muertos en aguas del Mediterráneo en los últimos días, teniendo todavía en nuestro haber -no nos olvidemos- a 400 desaparecidos que huían desde Libia el pasado martes y que hoy aún se supone que buscan las autoridades italianas.

Y es que estamos acostumbrados a que las estadísticas contabilicen sólo a los muertos en combate como víctimas de guerras cuando, en realidad, serían muchas más desde el momento que incluyan a todos estos inmigrantes que huyen de sus pueblos de origen, muchos de ellos no sólo por hambruna y pobreza, sino también por motivos de guerras.

Cuando los medios de comunicación hablan de esa pasividad ante una guerra en Siria que destruye incluso los campos de refugiados sin que una ONU - ACNUR - o cualquiera que tenga el poder de aliviar las tragedias haga algo, ¿qué les espera a todos esos que consiguen huir montados en una barcaza? La MORTAJA del mar como futuro.

Y mientras, las televisiones se encargan de mostrarnos a una Angela Merkel y otros líderes europeos, compungidos y vestidos de luto riguroso en una misa conmemorativa en Alemania dedicada a los fallecidos en el accidente del Airbus 320 de Germanwings. En sus oraciones, estoy seguro que también hay una plegaria por todos estos "negritos" que mueren en oleadas, día sí y día también, en los mares europeos, pero que ella/os no son capaces como líderes mundiales de dar un zapatazo y gritar un ¡YA ESTÁ BIEN!, y ponerse manos a la obra para acabar con el silencio letal de esta gente.

Tú y yo mientras tanto, que no somos afectados en primera persona, vemos la tragedia en un segundo plano -quizás nos lamentamos- pero pasamos la página del periódico y buscamos la sección de televisión para ver la película que nos ponen hoy.

Permíteme que hoy grite, que sacuda mi rabia contra las teclas de mi ordenador, aunque sé que yo también comeré una comida rica, aunque mi corazón esté estrujado y -sin vergüenza lo digo- mis ojos se llenen de dolor ante tanta MIERDA.

Mario M. Relaño 2015





1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

Es un horror Mario, grita, claro que hay que gritar