Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, acaba de cumplir 29 años en el poder. Ocupó la presidencia el 3 de agosto de 1979, tras derrocar y fusilar a su tío Francisco Macías, el primer mandatario que tuvo el país tras independizarse de España. Obiang obtuvo el beneplácito de casi todos, guineanos y extranjeros, al poner fin a una tiranía oprobiosa. Parecía conciliador: prometió libertad, reconstruir un país devastado tras once años de terror, el retorno de los exiliados y la reconciliación. Negó que el suyo fuera un golpe de Estado; lo llamó "golpe de libertad".
Un día de agosto, Obiang derrocó a su tío y se convirtió en el nuevo tirano de Guinea Ecuatorial. No se rebeló por patriotismo o piedad por su pueblo; entonces teniente coronel y viceministro de Defensa, Obiang actuó por miedo y ambición. El Tigre recelaba del poder acumulado por su sobrino, iba a sustituirle por uno de sus hijos formado en un país comunista, y el valido atacó antes de ser cesado.
Cuando afirmó que devolvería la soberanía al pueblo y no se perpetuaría en el poder, la mayoría le creyó.
Pese a su empeño en lavar su imagen a golpe de petrodólares, la realidad está ahí: poco después de la independencia, Obiang ejecutó a Bonifacio Ondo Edu, el presidente de la Guinea autónoma y candidato presidencial.
Pocos dirigentes han tenido tantas oportunidades como Obiang. Durante 29 años ha gozado de la benevolencia de la comunidad internacional. Un país de medio millón de habitantes recibe asistencia de casi todas las naciones prósperas del mundo, sin que tan nutrida cooperación se note en la vida cotidiana del pueblo. Desde 1991, Guinea Ecuatorial produce ingentes riquezas, petróleo y gas, cuyos beneficios acapara la "familia presidencial", mientras la gente vegeta en una miseria espantosa; no hay agua potable ni en la capital, y los apagones eléctricos duran meses.
En casi tres décadas de absolutismo, Obiang no ha resuelto un solo problema, pero ha creado muchos: país exportador de madera, los niños deben llevar los bancos a la escuela si no quieren sentarse en el puro suelo; la sanidad no existe, pues los jerarcas del sistema son dueños de los hospitales dignos de tal nombre y, en todo caso, resultan inasequibles por caros; mientras, los poderosos salen al exterior a la más mínima dolencia. No hay una sola librería, cine ni teatro; los medios de comunicación son estatales, o pertenecen a familiares del Jefe. Las únicas expansiones del guineano son alcohol y sexo.
Extracto del artículo escrito por Donato Ndongo-Bidyogo (escritor y periodista guineano) para El País del 13 de agosto de 2008.
6 comentarios:
Es estremecedor. Hace ya décadas que los paises africanos tiene a sus gentes gobernándolos. ¿Tendrán que pasar por todo lo que ha pasado EUROPA, para que todos los africanos sean dueños de sus propios destinos? Sus propios dirigentes machadando a su propia gente. ESPELUZNANTE
Un símbolo más de como España abandonó a su suerte a sus colonias, tal como hicimos con el pueblo Saharaui...
Por desgracia, aún tienen que pasar unos cuantos años para que Africa pueda ser realmente libre. Triste herencia.
Nos vemos
Es otro caso de la desgracia African con sus líderes: ellos nadan en la riqueza mientras el pueblo se muere de hambre... claro que eso es lo que les enseñamos los europeos seguramente, con nuestra rapiña..
bezos
ya te dije q me parecía maravilloso tu blog..
bss
Hola:
Elemento de hombre. Bueno, la verdad es que me sigue resultando abominable la falta de humanidad que tienen muchas personas y que precisamnte sean esas quienes gestionene los recursos y tengan el poder.
Cuánto queda por hacer!!
Besos
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