Mussie Zerai nació en Asmara, capital de Eritrea, en 1975. Muy pronto quedó huérfano de madre y padre.
Su infancia transcurrió entre
bombas, debido a la guerra de independencia que entonces sufría Eritrea.
Tras la independencia de su
país pero con una dictadura criminal instaurada, Mussie decidió escapar y
ponerse a salvo en Italia. Allí profesó la religión católica y fue ordenado
sacerdote.
En 2003, un periodista
italiano que había visitado las cárceles para inmigrantes del régimen de
Gadafi, le pidió ayuda para que hablara con un prófugo eritreo y le sirviera de
traductor. Mussie le llamó entonces por teléfono a la cárcel libia. "Si
necesitas ayuda, llama a este teléfono" -le dijo Mussie al preso.
El preso eritreo no se guardó
el número, sino que lo escribió en un muro de la prisión.
Una noche, a las tres de la
madrugada, mientras el joven Mussie
Zerai dormía en el seminario de Roma, el teléfono le despertó.
Tras unos gritos de
desesperación y el rumor de las olas, un compatriota eritreo le imploraba ayuda
y le suplicaba que salvara su vida y la del resto de personas que iban a bordo
de una barcaza a la deriva en el Mediterráneo.
Mussie localizó el número de
la Guardia Costera de la Marina Italiana y así los guardacostas localizaron la
patera y condujeron sanos y salvos a los ocupantes hasta la isla de Lampedusa.
Desde entonces el teléfono no
ha parado de sonar. Su número de teléfono ha aparecido en paredes de cárceles
africanas, en barcazas varadas e incluso en los contenedores en que los
traficantes esconden a los prófugos para atravesar el desierto de Sudán.
El sacerdote pronto se vio
desbordado de llamadas y entonces creó un centro de atención telefónica llamado
Watch the Med (vigila el
Mediterráneo). En esa línea telefónica, voluntarios atienden en diferentes
lenguas a cientos de refugiados en peligro.
Mussie Zerai también ha creado la agencia Habeshia, una organización sin ánimo de lucro cuyo fin es ayudar a
la integración económica, social y cultural de las personas que necesitan
protección humanitaria.
Según la Guardia Costera
Italiana, las llamadas al sacerdote Mussie han salvado al menos 5.000 personas.
El trabajo de este eritreo le
hizo merecedor de una candidatura al Nobel de la Paz.
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